Hace ya
diecisiete años, un 20 de mayo de 1996, se concretaba una utopía: nacía LETRALIA.¿Qué es LETRALIA? es una revista literaria fundada en Cagua, Estado
Aragua, Venezuela, creada para la difusión de la literatura del mundo de habla
hispana. También la primera en ser distribuida por correo electrónico en
América Latina. En la actualidad, LETRALIA posee un extenso archivo de obras,
muchas de las cuales han alcanzado reconocimiento internacional. En su
decimocuarto aniversario, el 22 y 23 de mayo de 2010, se llevó a cabo en
Maracaibo, el Encuentro Nacional de Ciberliteratura y Escritores Inéditos,
evento convocado en homenaje a LETRALIA organizado por la Universidad de Zulia.
En estos 17 años LETRALIA ha pasado por diferentes etapas, en particular una
época en que estuvo próxima a no ser publicada más; pero con trabajo, talento,
un poco de suerte y bastante tozudez mucho de lo mejor de la literatura mundial
(en particular de Latinoamérica) ha pasado por sus páginas. Hoy LETRALIA es
mucho más que una revista digital. En sus páginas se puede encontrar
información sobre concursos, notas sobre literatura, poesía, prosa, talleres,
etc. Además cuenta con EDITORIAL LETRALIA, que lleva publicados algunos títulos
como: Fabulario Minimalista (de Wilfredo Carrizales, Venezuela), Poeta en la
luna de Cuba (René Dayre Abella, Cuba) o las antologías de su 16º aniversario:
Letras Adolescentes y de su 17º aniversario: El extraño caso de los escritos
criminales.
Algunos de sus
reconocimientos son: año 2006, Finalista del Stockholm Challenge Award
(Categoría Cultura, en Suecia). Año 2007, Ganador del Premio Nacional del Libro
(Venezuela). Año 2008, Finalista del
Stockholm Challenge Award (Categoría Cultura en Suecia)
El alma mater de
este exitoso proyecto es el escritor venezolano Jorge Gómez Jiménez (Cagua,
Estado Aragua, 1971). Su extensa y prolífica actividad incluye estos hitos:
entre 1989 y 1990 dirige la Peña Literaria Cahuakao (Cagua, Estado Aragua,
Venezuela). Entre 1990 y 1993 el semanario El Tabloide, de la misma ciudad.
Desde 1996 edita en Internet la revista literaria LETRALIA. COM. Desde 1997
desarrolla actividades culturales en la Asociación Civil Pie de Página
(Maracay, Estado Aragua, Venezuela). Su actividad literaria incluye: la
obtención del primer lugar en los concursos de narrativa Semana de la Juventud
(Ateneo de La Victoria, 1996), Poeta Pedro Buznego (Casa de la Cultura de El
Consejo, 1997) y en el X Concurso Anual de la Universidad Central de Venezuela
(Maracay, 2002), así como el Premio Nacional del Libro de Venezuela 2007 por la
revista Letralia.com (Caracas, 2009).
Además, obtuvo
el segundo lugar en el 3r Concurso de Mini-Cuentos Los Desiertos del Ángel
(Secretaría de Cultura del estado Aragua, 1998), una mención honorífica en el
XXIII Concurso de Relatos Ciudad de Zaragoza (España, 2005) y ha sido finalista
en dos ocasiones, con la revista LETRALIA.COM, de los premios Stockholm
Challenge (Estocolmo, Suecia, 2006, 2008). Su novela El rastro, publicada en
Internet en 1996, recibió en 2007 el puesto Nº 32 en la lista “Las mejores 100
novelas de la lengua española de los últimos 25 años”, de la revista Semana, de
Colombia.
Pero,
ciertamente, lo mejor sería conocer por el propio Jorge Gómez Jiménez sobre su
actividad literaria y los avatares que llevaron a cristalizar el proyecto
LETRALIA.
RJB: Jorge,
hemos podido comprobar que es muy difícil rastrear por Internet la actividad
literaria actual en Venezuela. ¿A qué se debe que los poetas y escritores
venezolanos sean tan reacios a los medios digitales?
JGJ: Yo no
aprecio las cosas de la misma manera. En Venezuela hay un movimiento literario
bullente que permanece publicando y renovándose a través de los frentes que
suelen funcionar en todas las literaturas: editoriales, encuentros, concursos.
Hay un proceso evolutivo natural y se está desarrollando exactamente de la
manera como debe hacerlo, con sucesivas oleadas de autores jóvenes y
desconocidos que se van abriendo camino para ubicarse al lado de quienes ya han
llevado sus carreras a ciertos niveles. Ese proceso ha sido motorizado con
vigor por Internet, que brindó una plataforma para que los autores se
conocieran entre sí, se dieran a conocer en el exterior y conocieran lo que se
está escribiendo en otros países. Iniciativas digitales como Ficción Breve
Venezolana o Prodavinci, así como la masiva proliferación de blogs y otras
publicaciones, han propiciado la presencia sostenida de nuestros autores en la
red. Es cierto que este proceso ha encontrado dificultades puntuales,
tecnológicas y económicas: el servicio en Venezuela es, en líneas generales,
caro y de mala calidad. Pero aun así buena parte de la literatura venezolana
contemporánea pasa por Internet.
RJB: ¿Cómo logró
que Letralia fuera un proyecto digital exitoso? ¿Recibió algún tipo de estímulo
del Estado?
JGJ: La verdad
es que ni yo mismo tengo respuesta para el éxito de Letralia. Simplemente me
senté a hacer la revista que hubiera querido leer en 1996, con textos de
autores desconocidos, que estaban en la misma búsqueda que yo. Gente que quería
ser leída, que quería recibir opiniones de sus contemporáneos. Cómo llegó a
calar en el gusto de tantos lectores, es algo que continúa siendo un misterio
para mí. Y sí, en una oportunidad, hace varios años, recibimos un pequeño
aporte del Estado, aunque de alguna manera la sobrevivencia de Letralia todo
este tiempo es también otro misterio.
RJB: es nuestra
creencia que la llamada Generación del 28 fue un movimiento literario
antecedente inmediato de lo que sería el boom latinoamericano. Considerando la
cantidad y calidad de literatos venezolanos ¿Por qué tenemos en la actualidad
tan pocas referencias del panorama literario venezolano en particular?
JGJ: Ha incidido
mucho una impericia proverbial del Estado en materia económica —y con esto no
me refiero a la situación coyuntural actual sino a una falla histórica de
muchas décadas—, que paulatinamente ha ido acorralando al sector editorial.
Pero también hay otros factores. Creo que en Venezuela jamás se ha llegado a un
nivel de profesionalización del oficio que permita la difusión masiva de lo que
hacen nuestros autores. En Venezuela no existen agencias literarias ni, en
general, un entorno profesional para el escritor. Ni siquiera los escritores
que han logrado mayor éxito pueden decir que han asegurado su subsistencia
gracias a ese éxito. No hay un esfuerzo sustancial, sostenido, para respaldar a
nuestros autores en ferias internacionales ni en otros foros que puedan contribuir
a la publicación fuera de las fronteras del país.
RJB: ¿Piensa que
los medios electrónicos puedan desplazar al libro impreso en papel?
JGJ: Sí, creo
que será la evolución natural del libro o, propiamente dicho, de la difusión de
contenidos. Lo vio Michael Hart en los años 70 cuando era apenas un estudiante
abrumado por la tarea que le habían encomendado de averiguar el uso que se le
podía dar a la colosal computadora de la Universidad de Illinois: “El mayor
valor intrínseco en las computadoras no está en la computación, sino en su
capacidad para almacenar, recuperar y localizar datos”. El libro en cuanto
objeto ya disponía de esta capacidad, pero la computadora —y con este término
englobamos toda la inventiva digital, desde la ya venerable PC hasta los modernos
aparatos híbridos y más ligeros— indudablemente representa un salto inmenso y
una solución aceptable a todas las limitaciones que nos impone el libro con su
impronta de quinientos años de historia. Costos de producción y transporte,
localización de la información y posibilidades de interacción son algunas de
esas limitaciones. La necesidad de corregirlas es lo que ha venido impulsando
el paulatino desarrollo del libro digital. El camino por recorrer pasará por
resolver problemas de compatibilidad y, lo más importante, la dependencia de
los dispositivos actuales respecto a una fuente de energía. Cuando sean
superados estos inconvenientes —que hacen de lo digital una solución hasta
ahora sólo aceptable—, la humanidad se despedirá del libro impreso, aunque,
claro, nunca se despedirá del libro.
RJB: Jorge, su
padre falleció muy joven (usted contaba apenas con 11 años). Aparte de su madre
docente. ¿Qué otras influencias recibió para decantar por la literatura?
JGJ: En realidad
todo se redujo a ellos dos. Mi casa estuvo desde siempre llena de libros y para
mí era natural pasar horas con ellos, incluso antes de que aprendiera a leer.
No quiero decir con esto que desdeñara los juguetes o salir a jugar con los
chicos de la cuadra, sino que los libros formaban parte de mi actividad y me
despertaban tanto interés como los juguetes y los juegos. Todas las influencias
externas que recibí posteriormente llegaron cuando ya la decisión estaba
tomada, pues yo escribo desde que aprendí a escribir. O quizás desde antes.
RJB: Usted se
declara cinéfilo. De ese tipo de amante del cine que puede gozar tanto con la
nouvelle vague como con la cinematográfica más pochoclera (en referencia a las
infaltables cotufas). ¿Cuál es la escuela cinematográfica que más admira? ¿Qué
películas recomendaría a nuestros lectores?
JGJ: Me resulta
difícil hablar de escuelas, pues en una tendencia puedes encontrar filmes que
te gustan y otros que te disgustan. En materia cinematográfica mis binoculares
apuntan más bien a cineastas. Mi lista de recomendaciones siempre está
encabezada por Terry Gilliam y, en su filmografía en particular, Brazil. Y
después de eso mi lista es bastante variopinta. No creo que pueda desplegarla
completa pero mencionaré algunos autores, gente a la que sigo obsesivamente como
Woody Allen, Alfred Hitchcock, Billy Wilder, Steven Spielberg, Martin Scorsese,
Wim Wenders, Peter Weir, Clint Eastwood, Sydney Pollack, Zhang Yimou, Michel
Gondry, Roman Polanski, Richard Linklater, Stanley Kubrick, Alan Parker, Mike
Nichols, Michael Radford, Quentin Tarantino, los Coppola —Francis y Sofía—, los
hermanos Cohen, los hermanos Scott —Ridley y Tony—, algo de Baz Luhrmann, el
mejor Rob Reiner —el de Misery—. Del cine español mis preferidos son Álex de la
Iglesia y algo de Almodóvar; García Berlanga, el gran Bigas Luna. Del cine
venezolano, Román Chalbaud en su cine clásico hasta Pandemónium —después de eso
se desdice a sí mismo haciendo el peor cine posible—, Alberto Arvelo, Diego
Rísquez, el primer Luis Alberto Lamata. Incluyo también las series británicas y
estadounidenses —lamentablemente nos llega poco de otras latitudes para
hacernos un juicio—; soy fan, a niveles ridículos, de Doctor Who; series como
Life on Mars, Breaking Bad, Dexter o Spartacus las descargué completas y las
conservo como libros preciados. Me encantan esas series británicas con
temporadas de cinco o seis episodios. Disfruto mucho comedias como Seinfeld,
The Big Bang Theory o Community.
RJB: Desde Julio
Cortázar hasta Woody Allen, desde Clint Eastwood hasta Eduardo Galeano el jazz
ha seducido a una pléyade de intelectuales de todo el mundo ¿Qué influencia ha
tenido en usted? ¿Cuáles son sus músicos predilectos?
JGJ: No soy
propiamente un conocedor, sino alguien que disfruta del género. De hecho, en
materia musical es lo que más disfruto. Y dentro del género, los grandes
intérpretes clásicos, Louis Armstrong, Charlie Parker, Glenn Miller, Ray
Charles, Thelonious Monk, Count Basie, Dizzy Gillespie, Miles Davis, John
Coltrane, Duke Ellington, Benny Goodman; las voces inmortales de Ella
Fitzgerald, Carmen McRae, Billie Holiday. Trabajo todo el día con una emisora
de jazz que transmite por Internet. Y, aunque no dependo de la música para escribir,
cuando decido escribir con música lo hago con jazz —preferiblemente
instrumental— o con Chopin.
RJB: En una de
las preguntas le hice mención a la generación del 28 y la revista Válvula. Pues
bien, según lo que pude investigar al respecto fue un notorio precedente del
movimiento conocido como el boom latinoamericano y en particular lo que se dio
en llamar realismo mágico (sobre todo por García Márquez) Sin embargo, y como
ejemplo, el escritor Arturo Uslar Pietri en su cuento "La lluvia" ya
sienta algunos precedentes sobre este estilo tan particular. Es más (esto a
criterio particular), luego de leer el cuento "El marciano" de Ray
Bradbury (Crónicas marcianas) encontré más de una similitud en el clima, el
desarrollo y los actores principales del relato. El escenario varía (del llano
venezolano a las llanuras marcianas), pero se avecina una tormenta. El
matrimonio solitario, algo mayor, con una pérdida que afectó sus vidas. En un
caso el primogénito y en el otro un perro. Por último la irrupción de lo "mágico"
en lo "real".
JGJ: En
Venezuela tenemos una antigua leyenda según la cual la novela breve Desde el
jardín, de Jerzy Kosinski, está inspirada en “El diente roto”, un relato
escrito por Pedro Emilio Coll en 1890. En el cuento del venezolano, a un chico
se le rompe un diente y pasa toda la vida acariciándolo con la lengua. Por
alguna razón, su permanente estado de ensimismamiento convence a su entorno de
que es un genio, hasta el punto de que llega a ocupar cargos de dirección del
país, como diputado o ministro, y no llegó a recibir la banda presidencial
porque una apoplejía lo mató justo antes. No hay manera de saber si realmente
Kosinski se inspiró en Coll —ha de haber cientos de relatos de corte similar
desperdigados por el mundo—, pero lo cierto es que la literatura y el arte
recorren caminos intrincados. Arturo Uslar Pietri comparte con Miguel Otero
Silva y Julio Garmendia un aliento renovador en las letras venezolanas del
siglo XX. Gallegos es la figura señera, el faro, pero estos tres acabarían con el
cuello del cisne introduciendo la psicología como motor de la trama; temas
complejos como el doble, la devoción invertida en seres imaginarios, y, claro,
elementos evidentemente fantásticos que después serían reconocidos como marcas
del realismo mágico. Los dos primeros serán anuncios claros de lo que más tarde
se consolidaría como el boom, pero por otro lado, si hay que buscar en las
letras venezolanas un precedente del realismo mágico, es Garmendia, el menos
conocido, a quien hay que mirar.
RJB: Por último,
cuando viajé a Venezuela (hace ya tres años), en la Casa de la Cultura de
Maracay, tuve el placer de conocer a un personaje (en el mejor sentido de la
palabra) al que usted (según palabras de Andrea) suele referirse como
"biblioteca ambulante". Una persona apasionada por la literatura cuya
compañía, por desgracia, no fue tan extensa como hubiera deseado. ¿Podría usted
hacer una breve semblanza del señor Manuel Cabesa?
JGJ: Manuel es mi hermano (y también mi compadre,
pues soy padrino de agua de su hijo mayor). Nos conocimos hace varios años,
poco tiempo después del nacimiento de Letralia, y ya éramos grandes amigos
cuando una extraña casualidad nos convirtió también, por un breve tiempo, en
vecinos. Juntos hemos recorrido bares y literatura sin detenernos a pensar
demasiado en cada cosa. Es un escritor forjado en bibliotecas, ámbitos en los
que ha trabajado la mayor parte de su vida, y de las que ha recibido el
superpoder de encontrar relaciones entre puntos distantes de la cartografía
literaria universal. Esa formación le ha provisto además de una prosa delicada.
Una prosa que, por otro lado, es capaz de mover a la gente, y estoy siendo
literal: cada vez que Manuel lee en un recital su cuento “Nubes con sandalias”,
donde describe unos pies femeninos, las chicas del público se miran
disimuladamente sus pies, quizás comparándolos con los del personaje del cuento
o buscando en ellas algo de la belleza que están escuchando del narrador. Ese
es un tipo de influencia que no todos los escritores pueden ejercer sobre el público.
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