Grosellas
En su congregación monacal
de silvestres monjes congregados,
la grosella congregacional,
arracimada en un gregario haz
de verdes gemelos conjurados.
Pesado el ramaje, agobiado
por el peso de la grey racimal
apretujada en tan breve espacio,
hinchándose de sus zumos lácteos,
creciendo hacia la madurez carnal.
Plenitud de la ampolla monacal
en la roja redondez de hermanos
célibes en un arrobo sexual,
pletóricos de semen germinal,
y
obedientes en su celibato.
En julio sus senos picoteados
por los mirlos de aire crepuscular,
o por mis dedos acariciados,
antes
de hincar el diente extasiado
en
la roja pulpa libidinal.
En ti morir
Morir
en tus alas abiertas,
dormirme para siempre
oyendo tu zumbido
de misterioso insecto,
misteriosa poesía.
Caer desde la conciencia
a un sueño de vírgenes
extraviadas en el bosque,
a un sueño de doncellas
gravitando en la niebla
de perdidas cosas.
Mi hogar tu nido incierto,
tu guarida en el sopor
de setas destiladas,
de fresas silvestres
transitando por deposiciones,
por translaciones cruzando
el color de la hoguera,
rubicundas de mineral
asedio.
En ti morir sabiendo
que nunca lo sabremos,
que el tiempo una categoría
de aguas inescrutables,
y al fondo de la memoria
tus propios ojos gastados,
tus ojos de color ceniza.
En ti morir sacudido
de ráfagas estelares,
de misteriosa luz astral
pulsando la obscuridad
de mi anónimo instrumento.
Morir
en tus alas libres,
morir
en tu raudo vuelo
de sueños y translaciones,
de setas multiplicando
su prófuga aparición,
alimentando vírgenes.
Edad final
Llegará también la edad final,
la edad de las últimas fuerzas,
y estaremos, amor, al borde
de nuestro gastado intelecto,
de todo humano raciocinio.
Ya se habrá agotado nuestro elán,
y recordaremos el ayer
como si fuera, Claire, un navío
fantasma a través de la niebla,
o un sueño lejano, lejano,
ya casi fuera de la memoria.
¿Cómo te amaré, amor, cuando el tiempo
emita su fallo inapelable,
y de las viejas fotografías
emerjan nuestras imágenes,
salte una chispa de juventud,
y apenas nos reconozcamos?
¿Acariciarán, Claire, mis manos
tus cabellos de pálida luna,
besaré tu frente agrietada,
rodearán mis brazos tu cuello
apretándote contra mi cuerpo,
protegiéndote de todo mal?
¿O iremos juntos, de la mano
por el otoño, por las hojas
de los últimos calendarios,
diciéndonos cada día adiós,
y reencontrándonos cada día?
Llegará también la edad final,
la edad de la última travesía,
y no soltaré, amor, tu mano,
ni te dejaré caer a tierra,
sin caer contigo para siempre, amor.
Desde
la noche
De la noche hasta mi
corazón
llegan náufragos
difuntos,
viajeros que vi partir
desde mis horas vacías
y cuyo rumbo guiaron
sucesos conmovedores.
Regresan mustios y
heridos,
llorando de otoño
espeso,
escrita en sangre y
derrota
la bitácora marchita.
No me llaméis vuestro
padre
ni vuestra antigua
morada,
aquél que rezó y bendijo
vuestra partida está
enfermo,
no pidáis paternidad
para el luto a mi
bandera.
Yo sé que de noche
existo
como un puerto de
naufragios
que el soplo de las
tormentas
abastece de despojos,
y sólo desamparados
viajes
regresan pidiendo
amparo.
Remece mi corazón
el llanto de lo que
vuelve,
avergonzados viajeros
piden perdón a mi
puerta,
días que vi morir
se levantan desde el
tiempo.
Noche de estrellas
azules
cayendo contra el mundo,
nada conjura el acoso
de su color homicida,
besa mi boca el verdugo
embajador de su origen.
Acaso la vi partir
y mis viajes la
buscaron;
la vi zarpar y mis naves
se hicieron hacia su
ruta;
la vi fallecer en mí,
y en mí quise
encontrarla.
Acaso tal vez mis
náufragos
hallaron su sepultura
navegando en mi interior
que en la noche
reencuentro.
Acaso tal vez yo soy
el único que no ha
vuelto.
Ulises Varsovia
Estudié varias asignaturas humanísticas, y trabajé en tres
universidades, tanto en historia como en historia del arte, al mismo tiempo que
escribía poesía. En 1985 salí a doctorarme a Alemania, y como mi mujer es
suiza, pude trabajar y quedar-me en San Gallen, ciudad en cuya universidad hago
un par de lecciones.
He publicado 28 títulos de poesía, cinco de ellos en Chile, y tres
dedicados a Valparaíso, el último: Hermanía:
La Hermandad de la Orilla, en Apostrophes de Santiago (www.apos.cl). El libro más antiguo que he publicado es Jinetes Nocturnos, de 1974, pero
tengo otros inéditos más antiguos. En 1972 publiqué un cuadernillo, Sueños de Amor, que circuló sólo entre amigos.
Me han publicado más de 70 revistas de literatura de todo el mundo, en
varios idiomas, y repetidas veces, y estoy en numerosas páginas web.
En agosto del año 2006 salió a la luz en Sevilla, España, mi libro de
poemas Anunciación. Ángeles y Espadas,
publicado por la Asociación Cultural Myr-tos. Esta misma entidad acaba de
publicar mi Antología Esencial y Otros
Poe- mas (1974-2005), que incluye dos poemas de cada poemario publicado, es
decir, 52 poemas "esenciales", y tres poemas de 12 libros inéditos,
lo que hace un total de 88 poemas. Lo último mío aparecido es Vientos de
Letras, también antológi-co, en colaboración con el poeta andaluz Alexis R. ,
editado por Myrtos.
De los 28 poemarios publicados, sobresalen Jinetes Nocturnos, de 1974/75 ,
Tus náufragos, Chile, de 1993, Capitanía del Viento , de 1994 , El Transe-
únte de Barcelona , de 1997, Madre Oceánica, Valparaíso, de 1999 , Mega-lítica, de 2000, Ebriedad
, de 2003, y la Antología Esencial.
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